ORLANDO
Cuando arrancó la primavera pasada, los Yankees de Nueva York y los Cardenales de San Luis estaban entre los grandes favoritos para llegar a la Serie Mundial. Por diferentes razones ambos le fallaron a esas expectativas. Como si no fuera suficiente con la extrema sequía de talento importante en el mercado invernal de agentes libres del 2010, antes de salir a sobrepagar lo poco bueno disponible, Yankees y Cards tienen pendiente una tarea en la que no pueden darse el lujo de fallar: Retener los rostros representativos de sus respectivas franquicias.
El torpedero Derek Jeter, el jugador más importante de los Yankees desde el retiro de Mickey Mantle en 1968, y el inicialista Albert Pujols, el segundo más grandemiembro de los Cardenales de la historia después de Stan Musial (al menos hasta ahora) han llegado al punto en sus carreras en que cambiar de uniforme asoma como un molestoso espíritu del más allá.
Jeter y Pujols no son dos peloteros normales. Yankees y Cardenales no son dos franquicias comunes y corrientes. Estamos hablando de los dos jugadores más mercadeables de la actualidad (al menos eso reveló en julio un estudio de Sports Business Daily) y de las dos franquicias más ganadoras de sus respectivas ligas (Nueva York con 27 títulos y San Luis con 10 son las únicas con cifras de doble dígito en trofeos de Serie Mundial). Desde el punto de vista beisbolístico, Jeter y Pujols son tan comparables como peras y manzanas. Jeter es un torpedero de 36 años que lógicamente ha entrado en franco declive, al menos para su posición. Pujols, de 30 años, es el mejor inicialista y el jugador más cercano a la perfeccción en la actualidad en Grandes Ligas.
Pero en lo que se refiere a la importancia mediática y económica que representan para sus clubes, ambos son peras y ambos son manzanas.
Los Yankees no pueden darse el lujo de dejar partir a uno de los jugadores más queridos de su historia. Uno que representa la parte más limpia e íntegra de una era basada en la trampa y el egoísmo, que además alcanzará el hit 3.000 en el 2011 y que irá derechito al Salón de la Fama cinco años después de su retiro. La situación de Jeter, quien tendrá derecho a negociar con los otros 29 clubes desde el próximo martes, es una que nos hará extrañar al "Big Boss" George Steinbrenner. "El Jefe" ya habría invitado a cenar a DJ y le habría dicho que escribiera cualquier cifra en una servilleta y resuelto ese problema para entonces enfocarse en Cliff Lee o ese relevista intermedio tan necesario en el Bronx. San Luis no debería arriesgarse a comenzar la última temporada en el contrato de Pujols sin haber firmado una extensión. Pujols en la agencia libre es lo más grande que le pasaría al deporte desde el invierno del 2000, cuando otros dos dominicanos, Alex Rodríguez y Manny Ramírez, sacudieron el mercado.
San Luis no genera recursos parecidos a los de Nueva York y Jeter no está en el momento deportivo de Pujols, pero por muchas razones, los contratos de ambos deberían estar enfocados más en el futuro que en el presente. La única forma que tiene San Luis de recompensar a Pujols sin arriesgarse a pelearlo con clubes más ricos dentro de un año es extendiendo, ahora, su contrato más allá de sus días de jugador. La única manera en que los Yankees estarán satisfechos por sobrepagar los últimos días útiles de Jeter es amarrándolo, ahora, hasta más allá de sus últimos swings en la caja de bateo. Imaginen a Jeter, con sus manos llenas de anillos de campeón y una placa en Cooperstown, como comentarista de YES. La realización de ese sueño tendría muchos beneficios para los Yankees, pero también un alto costo, que el club deberá pagar ahora. Un contrato que garantice a Pujols pagos aún después que se retire -- como coach, asesor, vocero o lo que sea -- equilibraría las ofertas que el quiqueyano podría recibir de clubes como los Angelinos, Dodgers, Mets, Cachorros, Medias Blancas y Orioles, entre otros, en la agencia libre.
Jeter nació para ser de los Yankees y extender el linaje de Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Yogi Berra y Mantle. Pujols lleva un ritmo para quebrar todos los récords habidos y por haber de los Cardenales y retirarse como el jugador más importante de la franquicia. Pero el béisbol, además de un deporte, es un negocio. Y eso lo saben perfectamente los agentes de los jugadores y los dueños de equipos, incluyendo los manejadores de Pujols y Jeter y de Nueva York y San Luis.
ESPNDEPORTES.COM / ENRIQUE ROJAS
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