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ORLANDO

En un largo perfil del No. 1 de los Mets en la revista The New Yorker, el periodista Jeffrey Toobin nos pone al tanto de muchas cosas que desconocíamos de Wilpon, un constructor de Brooklyn que compró una acción del conjunto en 1980 y 22 años después era el dueño mayoritario de lo que bien podría considerarse como su réplica personal de los Dodgers de Brooklyn. El trabajo de Toobin está enfocado en la situación actual de los Mets debido a la acusación contra Wilpon por su sociedad con Bernard Madoff, el ladrón con guantes de seda que armó un fraude por cerca de $65 mil millones de dólares, quebrando miles de inversionistas. A Wilpon le reclaman pagar mil millones de dólares a las víctimas.

Sobre José Reyes
En el partido contra los Astros, Reyes abre pegando sencillo al jardín central y de inmediato se roba la segunda base. "Es un caballo de carreras", dijo Wilpon.
Cuando Reyes se inició con los Mets, en 2003, justo antes de su vigésimo cumpleaños, fue catalogado como una futura estrella. Las lesiones lo han limitado a una carrera más para peatones, a pesar de que ha tenido un buen comienzo en esta temporada.

Sobre David Wright
Después de que el receptor Josh Thole se ponchó, David Wright llegó al plato. Wright, la cara del equipo, comenzó la temporada terrible en el plato. "Está presionado", dijo Wilpon. "Un muchacho muy bueno. Un muy buen jugador. No es una superestrella", agregó.
Sobre Carlos Beltrán
Cuando el boricua Carlos Beltrán se acercó a batear, le mencioné su prodigiosa postemporada con los Astros en el 2004, cuando bateó ocho cuadrangulares, justo antes de que se fue a los Mets como agente libre. Wilpon se echó a reír, no felizmente.
"Tuvimos un idiota en Nueva York que le pagó basado por lo que hizo en esa serie", dijo refiriéndose a sí mismo. En el transcurso de sus siete años de su contrato de $119 millones, Beltrán también ha sido obstaculizado por las lesiones. "El es un 65%, 70% de lo que era", dijo. Beltrán bateó sencillo para llenar las bases con un out.
Sobre Ike Davis
Ike Davis, el inicialista que se encuentra en su segundo año y que ha sido una de las sorpresas agradables de los Mets esta temporada fue el siguiente al bate. "Buen bateador", dijo Wilpon. "Buen bateador, una porquería de equipo". Davis se ponchó y Angel Pagán falló con elevado al derecho, poniendo fin a la amenaza de los Mets. "Es un club pésimo, es lo que pasa", suspiró Wilpon.
¿Cómo es eso posible? Incluso si el 99% del planeta pensara así, como propietario de los Mets, Wilpon está obligado a permanecer en el restante 1%, al menos públicamente. Esa no es la mejor manera de promocionar al club y sus principales jugadores. No es la mejor manera de encontrar los socios que desesperadamente busca Wilpon para aliviar sus problemas económicos, adquiridos no precisamente por el juego de Reyes, las lesiones de Beltrán o el nivel de Wright.
Me imagino que si había alguna posibilidad de que Reyes y Beltrán permanecieran con los Mets más allá del 31 de julio, ésta se evaporó por completo. Y pueden estar seguros que si como yo, Wright y los otros miembros de los Mets leyeron partes o todo el artículo del New Yorker, entonces estarán asqueados de trabajar para Wilpon. Y podemos ir más lejos. ¿Qué pensará cualquier jugador de cualquier club sobre jugar con los Mets de Nueva York, cuyo dueño lo llama públicamente equipo de porquería y prácticamente limpia el suelo de Queens con algunos de los mejores peloteros de las Grandes Ligas?
Otra soberana metida de pata del señor Wilpon. La primera fue asociarse con Madoff.
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