rllr en pelota
En esta parte del planeta se entiende que la continuidad de las Ligas Invernales depende del constante flujo de peloteros profesionales. Debido al talento con el que se levantan y juegan los chicos en nuestros países, hay una cascada de peloteros que son firmados por las organizaciones de Grandes Ligas y que son considerados como "inversiones". Es aquí donde comienzan los problemas para los seguidores de la pelota invernal. En América Latina, cuando un jugador se va al exterior es considerado un embajador de su país y un representante de su tierra; al contrario de otras culturas donde esta acción es vista como una fuga de talento y hasta como traición a su patria.
Afortunada o lamentablemente (como usted lo quiera ver), la realidad actual es que el béisbol del Caribe depende de que los jugadores afiliados a los equipos de Grandes Ligas, ya sean jóvenes con potencial en los menores, jugadores con experiencia en el máximo nivel y hasta los personajes consagrados, muestren cierto interés por regresar cada año a sus países y representen a sus equipos. No podemos comernos mas el cuento chino que trata de vender la Confederación del Béisbol del Caribe, cuando su presidente, Juan Francisco Puello ha expresado que se deben estimular a los peloteros que si quieran jugar y que aquellos que han alcanzado cierto estatus en sus carreras ya no son necesarios. Sin embargo después del partido cuando los Toros del Este derrotaron a los Criollos de Caguas para darle el título a los Yaquis de Ciudad Obregón, consultamos con el propio Lic. Puello acerca de los aprendizajes que esta edición arrojó para la organización.
"Vamos a tomar medidas que conlleven a estimular a que más peloteros de Grandes Ligas participen en la serie" dijo ante el grupo de periodistas que le rodeamos. A mí se me revolvió el estómago. Días atrás cantaba como Tito Rodríguez "El que se fue no hace falta, hace falta el que vendrá". Hoy dijo el eterno titular de esta oficina que los bigleaguers son necesarios. Tal parece que en la Confederación del Caribe todo se hace improvisado, sobre la marcha y espontáneo. Para muestra, la forma como se determinan los horarios de las actividades, la logística y protocolo para los partidos, y las promociones y atractivos para los fanáticos, así como el estímulo para la prensa especializada.
A mí me parece que este organismo adopta una posición demasiado conformista y holgazana. El deber del rector de las ligas invernales es procurar que las organizaciones de liga mayor permitan armoniosamente que sus peloteros se mantengan en actividad una vez que sus obligaciones hayan culminado.
Esta temporada hubo quejas de parte de las casi 30 plazas invernales en los cinco países, incluyendo a Colombia como "miembro pasivo". No hubo algún equipo que haya contado exactamente con las piezas completas de su roster. "Hay que mejorar el protocolo de la Serie, tenemos que mejorar en ese sentido", reconoció Puello mientras los Yaquis celebraban sin champaña y Enrique Estrada "El Barbas", el pintoresco y eterno fanático mexicano lucía los colores de Dominicana, en un escenario poco común para el béisbol. Y en cuanto al formato de la Serie y el antiguo sistema de competencia Puello señaló que "nunca nadie ha hecho una petición formal por cambiar la forma como se juega el torneo". Y es que tal parece que la prioridad no es ver calidad en los terrenos de juego de cada país que conlleven a la lógica calidad en el terreno de la Serie del Caribe.
Si esta es la realidad, ¿Cómo es que la competencia es justa? ¿Cómo es que el nivel es bueno? ¿Cómo le venden a los fanáticos la ilusión de una justa competencia? ¿En que se ha convertido la pelota profesional latinoamericana? Para mí la respuesta es simple: en una caja de ilusiones guiadas por la pasión y el amor de una camiseta que muy pocos jugadores sienten. Si la Confederación del Caribe ha repetido que la culpa de este problema son las restricciones y recomendaciones por parte de la MLB, quiere decir que la razón por la cual los pasados clásicos de febrero mostraban a la crema y nata de la pelota caribeña era simplemente porque estas barreras eran casi nulas. Es decir, el trabajo de la Confederación del Caribe era más fácil y cuando se apretaron las tuercas no pudieron responder a la altura.
Por obvias razones debe existir algún tipo de supervisión para los peloteros bajo contrato, sin embargo cuando comenzaron las regulaciones, cláusulas y demás artimañas por parte de los equipos de la MLB ante una contraparte que ha hecho poco peso, fue cuando comenzó la debacle que se evidencia en un evento de poco color como la Serie del Caribe. Espero que no se mal entienda. Los Yaquis de Ciudad Obregón son dignos campeones del torneo y merecen disfrutar de su primer título; pero creo que en Mayagüez si cabe el eterno "cliché" que dice: "¡El verdadero ganador fue el béisbol!". Y es porque nadie es más grande que el juego. Ni siquiera quienes llevan las riendas del evento.
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