rllr en pelota
¡Finalmente, llegó la fiesta al Isidoro-Cholo- García! Solamente bastó que República Dominicana y Puerto Rico saltaran al terreno para que cambiara extremadamente el desabrido ambiente que tuvimos en las primeras dos jornadas de la Serie del Caribe en Mayagüez.
Una verdadera fiesta de sonidos, color y calor que solamente puede poner el caribeño fue lo que se vivió en el parque y sus alredededores desde mucho antes que arrancara el primer choque de los eternos rivales de la Serie Mundial Latinoamericana. Salsa, merengue y plena marcaron el ritmo. Las banderas de ambos países se pasearon alegremente por las gradas del estadio de la Sultana del Oeste, saludando el más mínimo movimiento de los peloteros de los clubes representantes de sus países, Toros del Este dominicanos y Criollos de Caguas puertorriqueños.
Dos gigantescas banderas fueron colocadas en la estrúctura que sostienen pizarra y pantalla de video del Cholo García, la nueva casa de los Indios de Mayaguüez de la liga local, que fue construido por casi $50 millones de dólares para los Juegos Centroamericanos y del Caribe del año pasado y la Serie del Caribe. El comité organizador anunció una asistencia de 11,000 espectadores, un nuevo récord para la joven instalación. La marca anterior fue el lleno de más de 10 mil fanáticos que se produjo en un partido entre Puerto Rico y Venezuela en el torneo de béisbol de los Juegos Centroamericanos, pero con la importante diferencia de que ese evento era gratuito para el público. El drama de un cerrado encuentro que los Toros empataron 3-3 en la novena entrada y concluyó 4-3 a favor de los dominicanos fue el colofón a una noche sensacional en la ciudad de las aguas puras.
Caguas dominó el encuentro en las primeras ocho entradas y ganaba 3-1 faltando 3 outs para el final. Pero el cerrador Saúl Rivera regaló dos boletos antes que Esteban Germán le pegara un triple que empató el marcador. Germán anotó la carrera ganadora con un rodado del norteamericano Kevin Barker. Puerto Rico no se rindió, embasando por sencillo de Alex Cora el empate en la apertura del noveno, pero el cerrador Julio Mañón se repuso y apagó la rebelión. La fiesta se trasladó del parque a las calles de la ciudad. La rivalidad deportiva entre República y Dominicana y Puerto Rico tiene muchas aristas, incluyendo sociales, económicas y migratorias, pero básicamente está soportada en el poderío que las dos pequeñas naciones desarrollaron en la región en el béisbol profesional después que Cuba abdicara al sitial con la llegada del comunismo en 1959.
Antes de que Fidel Castro eliminara el profesionalismo en la pelota de su país, la rivalidad más enconada del área era entre Cuba y Puerto Rico. Cuando se reinició la Serie del Caribe en 1970, ingresaron los clubes quisqueyanos y nació una nueva disputa.
Dominicana lidera el medallero de la Serie del Caribe con 18. Puerto Rico es segundo con 14. Los clubes boricuas han disputado la mayor cantidad de partidos (314, incluyendo los de Mayagüez), pero en la segunda etapa los dominicanos los superan 247 a 241. Los clubes boricuas encabezan el total de victorias individuales (165), pero solamente tienen 127 desde 1970, contra 150 de los quisqueyanos. Los dos equipos que más triunfos han celebrado son los dominicanos Tigres del Licey (68) y Aguilas Cibaeñas, seguidos por el puertorriqueño Mayagüez (43).
Agregue a todo eso que en Puerto Rico vive la mayor colonia de dominicanos en el extranjero, exceptúando la ciudad de Nueva York, y tendrá suficientes elementos para entender mejor el fenómeno de la pasión que generan estos choques. En fin, hay muchas razones para que un partido de béisbol entre quisqueyanos y boricuas produzca el fenómeno de rescatar una Serie del Caribe que parecía semimuerta en sus primeras dos fechas.
ESPNDEPORTES.COM / ENRIQUE ROJAS
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