Esta entrevista aparece en la edición del 8 de marzo de ESPN The Magazine. Todos le preguntan lo mismo: ¿Por qué eres tan serio? La curiosidad es legítima. Reboza de sobriedad y responsabilidad, desde sus penetrantes ojos hasta la barba que siempre mantiene prolija. Se conduce con los modales de un embajador, erguido y estoico. Emana seriedad. De modo que volvemos a la pregunta:
¿Por qué?
Albert Pujols no lo puede explicar; no podría aunque fuese ducho con las palabras. De modo que da una respuesta en términos profesionales, discutiendo su trabajo y sus responsabilidades y la cuantiosa suma de dinero que los propietarios de los
Cardenales de San Luis le pagan para que juegue en la primera base e impulse carreras. Todo lo que podríamos considerar como aspectos enemigos de la seriedad -- jugar al béisbol como medio de vida, ser un jugador genial, ganar toneladas de dinero en el proceso -- es la razón que da por la que es tan serio. "En nuestro trabajo no tienes que perder el tiempo", dice. "Me pagan mucho dinero para jugar, sé que los demás esperan mucho de mí. Si estás sentado en una oficina y estás al mando de 200 empleados y no das el ejemplo, ¿crees que te podrán respetar? No".
Es el bateador más temido del béisbol, un hombre cuyos números ofensivos no son comparados con sus pares sino con todos los jugadores de la historia del béisbol. Su consistencia metronómica hace que sus estadísticas en nueve años de carrera se parezcan a un resultado de un contador poco creativo: Entre 32 y 49 jonrones, entre 103 y 137 carreras remolcadas, promedio de bateo entre .314 y .359. Su peor año fue en el 2007, cuando bateó para .327, con 32 jonrones y 103 carreras remolcadas. Si los hubiese repetido todos los años, a lo largo de su carrera, esos números -- de la temporada en la que peor le fue -- hubiese hecho de Pujols un candidato para entrar en la primera votación en el Salón de la Fama.
Su eficiencia hace que sea difícil recordar que salió de la nada, como la selección de la 13ra ronda en 1999 (un desprecio que nunca olvidará), y que pasó un año en la menores antes de crecer a pasos agigantados en San Luis ya completamente desarrollado como novato en el 2001. En el juego de fantasía, Pujols es el Último Gran Dormido. Llegó antes del amanecer, cuando los prospectos aún se podían escurrir entre los rumores sin el prefacio eterno y expectativo de la NBA y la NFL. Pero ahora, el béisbol se ha puesto al día; hoy por hoy ya no existen las revelaciones como Pujols, y los ha reemplazado la insistente oferta de posibles nuevas estrellas como
Matt Wieters y Stephen Strasburg. La información y el interés han hecho que el elemento sorpresa se elimine de la ecuación.
Quizá el aspecto más sobresaliente de su consistencia se podría encontrar en el remolino de temor que Pujols, con 6'3" pies de altura y 230 libras, causa en los lanzadores oponentes cuando entra en el campo con su característico ceño fruncido. "Si cometes un error por, digamos, seis pulgadas, él aplastará la bola", dijo el cerrador estelar de los Padres,
Heath Bell. "De modo que mi táctica es,
No tengo que permitir que me supere". El número total de pasaportes de Pujols ha ido en aumento casi todos los años, llegando a 115 en 2009, y entra en cada partido sabiendo que sólo conseguirá un número limitado de lanzamientos de calidad -- ya sea por error o necesidad. Esto es cierto sin importar quién sea el que vaya al bate detrás de él. No existe un bateador -- ni siquiera
Matt Holliday, dueño de un contrato con los Cardenales por siete años para que sea el principal protector de Pujols -- al que un lanzador le tema más que a Albert. El pasado septiembre, esto es lo que dijo Holliday, "Esperaría que Albert reciba un pasaporte si Babe Ruth estuviese bateando detrás de él".
Cuando se sugiere que podría conseguir dos o tres de esos lanzamientos por error o necesidad en cuatro o cinco turnos al bate, Pujols dice, "¿Tantos? Oh, me encantaría". (¿Qué ocurre cuando los pitchers se quedan sin opción más que lanzar ante Pujols? Con las bases llenas en 2009, en 17 turnos sumó diez hits, cinco jonrones y 35 carreras remolcadas).
Esta escasez de oportunidades explica, en parte, por qué Pujols es tan serio. Y es un jugador completamente serio, al menos en teoría. Pujols suma todas las variables -- pitcher, situación, probabilidad de ser desafiado -- y practica para lograr la perfección. "¿Es posible tener éxito diez veces en diez intentos?", dice. "No, pero me preparo para eso. Entreno para lograr la perfección".
Toma una mirada exclusiva detrás de la cortina, dentro de una jaula de bateo cerca de la casa de Pujols en las afueras de San Luis. Una mañana de enero, llega con una ampolla enorme en la mano derecha, pero de todos modos se pone el guante y comienza a batear. Después de unos swings, su pitcher de práctica, el manager de los Yankees Clase A, Torre Tyson, que vive cerca de San Luis y cuyo padre, Mike, jugó con los Cardenales, ve que está saliendo sangre del guante. Pujols se lo saca, se venda la mano y se vuelve a calzar el guante. Después de unos swings más, se puede ver más sangre.
El trabajo de Tyson no es ofrecer sus opiniones. Sus instrucciones indican que tiene que lanzar la bola con fuerza, al medio, tantas veces como Pujols lo necesite. Le lanza a Albert alrededor de 125 lanzamientos cada mañana, menos los domingos. Hace tres inviernos que Tyson hace lo mismo, desde que él y Pujols se conocieron, desde entonces los dos han desarrollado una muy buena relación. De modo que después de dos guantes empapados de sangre, Tyson habla. "Albert, sabes que no tienes que seguir bateando", dice. "Podemos parar ahora". Pujols lo mira seriamente y le responde, "Ya sabes lo que te voy a responder". Sí, Tyson lo sabe. Es lo mismo que Pujols dice cada vez que un compañero de equipo o Tyson sufre una lesión menor o está molesto por algo. Lo dice cuando Tyson aparece a las siete de la mañana y dice que su brazo le cuelga como una rama caída… y lo vuelve a decir en este momento: "¿Seguirías jugando si fuese el Juego 7 de la Serie Mundial?". "Pero, Albert", responde Tyson, pasando el límite de sus indicaciones, "es un lunes de enero. No es el Juego 7 de la Serie Mundial".
En respuesta, Pujols se saca el guante ensangrentado y la venda que también está cubierta de sangre. Cambia el vendaje, se pone otro guante y regresa a la jaula. Tyson se encoge de hombros y vuelve a lanzar. La carga de responsabilidad es algo que Pujols tiene muy presente. Cumplió 30 años en enero, pero siempre ha sido una persona grande. Creció en República Dominicana -- se mudó a Missouri con su padre, Bienvenido, cuando tenía 16 años -- parte de la responsabilidad siendo hijo único era buscar a su padre en las calles de Santo Domingo después de una larga noche de alcohol y llevarlo a casa. Se podría decir que la imaginación y la sensación de libertad no fue algo que marcó su niñez.
Conoció a Dee Dee Corona cuando tenía 18, y ella era madre soltera de Isabella, quien padece de síndrome de Down. Albert se enamoró de las dos. Se casó con Dee Dee cuando tenía 19, y hoy en día tienen cuatro hijos, el más chico nació en febrero.
¿Por qué estás tan serio? Responde la pregunta hablando de su trabajo, sus compañeros de equipo y su patrono. Es un tres veces Jugador Más Valioso y el esfuerzo para llegar y mantenerse en la cima para él es algo muy serio. Esa respuesta, la que sólo implica al béisbol, es cierta pero no del todo, ya que no dice la razón de su interior: La intención de reconciliar su maravillosa suerte de cara a la injusticia que hay a su alrededor. Al lado de eso, una ampolla no es más que una molestia ínfima.
De todas maneras es más fácil hablar en términos de béisbol. De esa manera, no tiene que meterse en temas que sean más difíciles de entender, como el compromiso que tiene con los indigentes en su país o su entusiasmo por sumar alegría a los que residen al margen de la sociedad. O el bebé fallecido.
Llegó envuelto en unas mantas en brazos de su padre, en una carretera de tierra en el pobre vecindario de Batey Alemán en República Dominicana al comienzo del 2007.
(Los bateyes son barrios pobres cerca de los campos de azúcar en donde viven los obreros). Su madre estaba unos pasos más atrás, y sus gritos anunciaban su llegada. Acababan de visitar a un curandero unas cuadras atrás. Se escuchaba el golpe de los tambores y había pétalos de flores sobre el desvanecido cuerpo de la niña. Salieron a la calle en busca de ayuda. Encontraron a Dee Dee y Todd Perry y un equipo de cámaras que estaban en la misión humanitaria de la Fundación Familia Pujols. Perry, director ejecutivo de la fundación, sacó la manta y miró horrorizado. Llamó a un médico de una clínica cercana que le dio respiración boca a boca sabiendo cuál era el inevitable destino de la niña. Estimaba para ese entonces que hacía unos 20 minutos que la niña ya estaba muerta. Un virus que contrajo por medio del agua le ocasionó una fuerte diarrea que la llevó a la deshidratación y más tarde a la muerte. "Una botella de Gatorade", dijo Albert. "Una botella de Gatorade la hubiese salvado".
Albert no estaba allí. Estaba en una clínica dental en el pueblo que él había traído de los Estados Unidos. Pero ese bebé es parte de él también, de la misma manera que la mujer paralizada que lloró y lo abrazó cuando le llevó una cama a su casa. Se había lastimado trabajando en los campos de azúcar y estaba durmiendo en una esterilla húmeda hasta que Pujols llegó con un colchón. Abrazó a Pujols y dijo, "Nunca antes me habían regalado algo nuevo".
Una cama. ¿Cómo puede ser que un hombre disfrute de sus millones, cómo puede ser que sea feliz y no darse cuenta de lo que una cama seca y limpia puede significar para una mujer como esta? ¿Cómo puede ignorar la injusticia cuando tiene los medios para ayudar a cambiar algo? "Yo tengo esa responsabilidad", dice Pujols. "Hay tanta necesidad".
Las personas de este vecindario son las más pobres de un país empobrecido. La mayoría son haitianos, que llegaron para trabajar en los campos de caña, viven en condiciones inimaginables: no tienen sanitarios internos, ni agua corriente, están desnutridos y no tienen atención médica. Pujols viaja al menos una vez al año. Ha llevado dentistas y oftalmólogos para que examinen a todos y les den anteojos a los niños que los necesitan. (Después del terremoto que devastó a Haití en enero, su fundación trabajó con Compassion International para recaudar fondos y llevar ayuda). La ayuda que lleva a su país es sólo la mitad de la historia de la fundación de Pujols. También ha dedicado muchos recursos a la ayuda de jóvenes y adultos que padecen el síndrome de Down. "Hay algo que todos deberían saber de Albert y Dee Dee", dice Perry. "Están entre las personas que ayudan.
No son de los que dicen, 'muchachos encárguense de este, nosotros estaremos en la piscina'. Es grandioso ver a alguien como él haciendo lo que hace. Nunca he visto a alguien que trabaje tan duro dentro y fuera del campo de juego". Los Cardenales fueron honrados en la Casa Blanca después de ganar la Serie Mundial del 2006. Pujols no fue porque tenía planeada una visita a Batey Alemán. El año pasado, su fundación ganó el premio al Servicio Comunitario y la Ayuda Humanitaria de parte del Salón de la Fama de los Deportes de San Luis, pero se perdió el banquete porque coincidía con la inauguración del centro de bienestar de adultos con síndrome de Down. Perry recibió el premio en su nombre y abrió su discurso diciendo, "Espero que la ironía de esto no sea pasada por alto. La razón por la que hoy no está presente es que está del otro lado de la ciudad ayudando a personas con síndrome de Down".
Cada otoño, la fundación hace un baile de graduación para los jóvenes mayores de 16 años que padecen de este síndrome. Hay una alfombra roja y la fundación recluta a voluntarios para que ovacionen a los invitados. "Los adultos con síndrome de Down no tienen su baile de graduación", dice. "Este es su chance". Algunas de las parejas pasan más de una vez por la alfombra roja, disfrutando de las ovaciones. Pujols baila con todos, demostrando sus dotes para la salsa. El año pasado, el baile estaba programado para el 21 de octubre, dos días después de que Pujols se sometiera a una cirugía para quitar astillas de hueso del codo derecho. Perry sugirió que no fuera, pero la respuesta de Pujols fue, "Es mi noche favorita del año". No le gusta llamar la atención con su labor. Publicitarlo es degradarlo. La única razón por la que lleva las cámaras a República Dominicana es para reunir fondos. "No me gusta hablar de eso porque esa no es la razón por la que lo hago", dijo.
Joe Mazzola, quien ha trabajado como camarógrafo durante los viajes de la fundación, dice, "Albert cambió mi vida. Vi su forma de vivir y ha sido una inspiración para mí y para muchos". ¿Por qué estás tan serio? Hay respuestas de béisbol que son fáciles de dar y otras que son demasiado complejas. Dentro del campo de juego, el resultado del trabajo es cuantificable, está reflejado por números constantes y sobresalientes. Fuera de él mismo, no hay estadísticas relevantes, nada sólido que defina su progreso. Sólo está la seriedad del momento y un hombre que sabe acompañar a la misma.
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