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Manny Ramirez es una mejora clara para los Medias Blancas, merecedor de una victoria extra por encima de Mark Kotsay (el actual e impotente opción de Chicago como designado) por el resto de la temporada, y una mucho mejor opción para turnos de palancaje en los finales de juegos cerrados. Hay alguna oportunidad que Chicago pueda sacarle más que los Dodgers porque él nunca tendrá que ponerse un guante -- lo que es algo bueno, porque en este punto en su carrera él se encuentra entre los peores jardineros defensivos del béisbol -- y es posible que la movida a un estadio favorable para conectar jonrones produzca resultados mejores que lo esperado.
Esto no convierte a los Medias Blancas, que se encuentran a cuatro juegos detrás de Minnesota en la columna de derrotas, en favoritos repentinos para ganar la División Central de la Liga Americana, pero la movida los convierte en un equipo más competitivo contra un ligeramente superior equipo de los Mellizos.
A pesar que probablemente habrán muchos que escriban sobre el comportamiento de Ramírez, la preocupación más legítima para mí es el hecho que sus buenos números en esta temporada son en función de haber jugado en una liga más débil y haberse enfrentado a una camada de lanzadores menos dañinos. A pesar de jugar en el Oeste de la Liga Nacional, Manny no se enfrentó a Mat Latos o Tim Lincecum, solo tuvo un turno contra Matt Cain, y solo tres ante Ubaldo Jiménez, mientras que ha hecho gran parte de su daño este año contra lanzadores con rectas pobres.
Su velocidad de bate ha disminuído desde que regresó de su suspensión en el 2009, y no puedo mirar su estadística fuerte de .311/.405/.510 como evidencia de que ha vuelto por sus fueros porque ha logrado mucha de su ofensiva ante lanzadores tipo Rodrigo López.
El principal beneficiario de la movida en Los Angeles debe ser Trayvon Robinson, un jardinero de lento desarrollo que explotó en la Cal League el año pasado y logró aumentar su proporción de bases por bolas con una promoción al nivel AA este año. El ambidiestro Robinson tiene velocidad por encima del promedio y manos rápidas con buena rotación de caderas en su swing, a pesar que tiende a poner su pie delantero un poco adelantado, recortando algo de su poder. Jugó en el jardín central todo el año en Jacksonville y sería un plus en cualquiera de las esquinas de los jardines.
El hecho de si está o no listo para batear pitcheos de Grandes Ligas es una pregunta sin contestar, pero su constante mejora y su buena velocidad de bate son indicadores positivos, y sería grandioso que los Dodgers le den tiempo real de juego en septiembre para ver si puede explotar en los entrenamientos primaverales de abril próximo en Grandes Ligas. En cuanto a ahorro de dinero, la alternativa de los Dodgers era alegadamente el antesalista Jon Gilmore, un prospecto marginal, y yo puedo entender su decisión de tomar el dinero. Pero, ¿no habría sido mejor darle la mitad de esos $4 millones a Logan White y Tim Hallgrem hace dos semanas para que pudiesen firmar a su seleccionado en la sexta ronda, el derecho de LSU Kevin Gausman?
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