Al saber que el ex Dodger Pedro Guerrero dice que ha arreglado su vida y que quiere volver al béisbol, el también ex Dodger, Don Newcombe, de 83 años de edad, hace la siguiente pregunta: "¿Es sincero?"
Newcombe fue sincero hace 43 años cuando dejó el alcohol. Reconstruyó su vida y ahora es consultor especial del máximo ejecutivo de los Dodgers. Dice Newcombe que hay que verle los ojos de un alcohólico para saber si ha dejado la bebida.
Los ojos del dominicano Guerrero-bien rojos en la época en que amenazaba a pitchers, periodistas y mediadores en el arbitraje salarial-se vieron bien claros cuando surgió de su "exilio" el mes pasado cuando los Dodgers se encontraban en la Florida. Llevando dos anillos de Serie Mundial, el ex pelotero de 54 años de edad estuvo en el clubhouse del equipo visitando a su compatriota y ex compañero de equipo Mariano Duncan, actualmente coach de primera de Los Angeles. En 1985, cuando las lesiones obligaron que un Duncan de 22 años estuviera en el lineup en el Día Inaugural, Guerrero abrió su hogar para recibir a Duncan y le enseñó el camino-muchas veces, el camino incorrecto. "Sabemos que Pedro hizo muchas cosas indebidas", dijo Duncan. "Sabe que la gente no confía en él a causa de lo que ocurrió en el pasado. Le dije que tiene que demostrar que ha cambiado su estilo de vida. Me dijo que la forma en que vivió le quitó 20 años de vida. Es un hombre de verdad el que puede deir que hizo mal."
Duncan, luego de una carrera de 12 años como jugador, subió como instructor en los circuitos minoritarios de los Dodgers antes de conseguir trabajo en el equipo grande. Mientras, su amigo Guerrero trató de matarse con el alcohol. El béisbol le ha dado la espalda a Guerrero, pero su amigo Duncan le trata de tender la mano. "Conocía a Pedro cuando era una superestrella y lo conozco fuera del béisbol. Si hay una persona que puede decir la verdad sobre él, soy yo", dijo Duncan. "Para mí, cuando Pedro me dio la bienvenida en el '85, recuerdo todo lo que hizo por mí. Ahora veo muchos cambios en Pedro. Era soberbio y creo que se le malentiende por la forma en que se portó antes. Te puedo decir que se ha hecho mejor persona. Va a la iglesia. Ha dejado de beber. No recomiendo a mucha gente. No pongo en peligro mi reputación. Pero estoy bastante seguro de que si recibe otra oportunidad, no defraudará a nadie." Eso es lo que pide Guerrero, una segunda oportunidad. El béisbol sabe perdonar. Mark McGwire tiene una en San Luis. Ron Washington en Texas. Steve Howe recibió seis. Los Dodgers en particular le dan la bienvenida a sus ex estelares, incluyendo a Newcombe y otros ex adictos como Maury Wills y Lou Johnson, entre otros.
En el terreno todo el mundo sabe lo que hizo Guerrero. Fue convocado a cinco Juegos de Estrellas, fue co JMV de la Serie Mundial de 1981 y terminó segundo en bateo en la Liga Nacional dos veces. Pero todo eso estuvo acompañado de un alcoholismo que afectó sus hábitos de trabajo y la química en los Dodgers. Además, su estilo de vida fue una influencia peligrosa para los jugadores jóvenes como Duncan. El club toleró todo eso por una década porque Guerrero sabía batear. "Era un pelotero talentoso y de personalidad divertida, pero tomó el camino equivocado", dijo el manager de Guerrero en Los Angeles, el Salón de la Fama Tom Lasorda. El mismo Guerrero no disputa eso.
"Siento que hice buen trabajo cuando jugué, pero no tan bueno si hubiera vivido como vivo ahora", dijo Guerrero. "Hubiese puesto mejores números y hubiera sido mejor persona. No soy una persona mala.
Llegaba al estadio con resaca (crudo) todos los días y aún así podía jugar así. ¿Te imaginas si hubiese estado 100% sobrio todo el tiempo? Es muy tarde ahora para pensar en eso, pero sí les puedo decir a los muchachos lo que eso me hizo." ¿Y ahora? "Ahora me siento como un hombre nuevo", dijo Guerrero. "Sé que hice muchas cosas malas, especialmente cuando jugaba. Creo que no hice béisbol como un trabajo de todos los días. Defraudé a mucha gente. Ahora soy un hombre nuevo. Voy a la iglesia, estoy leyendo la Biblia, rezo todos los días. En los últimos tres años dejé de beber. Ese era mi gran problema. Ahora trabajo con los niños en Dominicana. Les enseño el juego y les ayudo a conseguir un contrato. Les digo que se mantengan alejados de las drogas y de la bebida. Soy diferente en un 100%." Dijo Guerrero que dejó de beber después de ser internado con la presión alta y al decirle su médico "que me estaba matando."
Ahora ve a 16 ex compañeros de equipos trabajando con los Dodgers y quiere unirse a ellos.
"He tratado de volver desde hace mucho tiempo, pero sabes cómo es", dijo Guerrero. "Es algo difícil después de tantos años, tantas cosas que han pasado." Wills, cuya vida tomó otro rumbo gracias a una intervención del mismo ejecutivo que cambió a Guerrero-Fred Claire-le aconseja al dominicano a que sea paciente. "Tiene que ganarse el derecho de volver", dijo Wills. "Tiene que ser visible, hacer cosas productivas para demostrar que está bien. No será en su tiempo, sino de otro. No se le premiará por lo que diga, sino lo que vean." Guerrero habló con el actual manager de los Dodgers, Joe Torre, quien dirigió al quisqueyano en los Cardenales de 1990 a 1992. También le pidió ayuda a su ex compañero de Los Angeles y actual piloto de los Rojos de Cincinnati, Dusty Baker. "Joe Torre merece una disculpa de mi parte", dijo Guerrero. "Tenía uno de los mejores managers, pero no sabía valorar nada del juego en aquel entonces. Somos muchos que no apreciamos lo que tenemos. Lo único que quería era estar en fiestas todas las noches."
Dijo Torre: "Tuve una relación amor/odio con él. Uno se enojaba con él, pero siempre tenía buen corazón. Es parte de la razón por la que les digo a los jugadores que están aquí sólo por un tiempo. Uno cree que es para siempre. Sé que yo mismo sentía eso. Sí ayudamos a la gente a volver al juego. Tiene que crear confianza, con todo y su historial. George Steinbrenner era muy bueno en eso de dar segundas oportunidades a los que las querían." Guerrero dijo que el abuso al que sometía su cuerpo fue el motivo de su retiro en 1992. En las casi dos décadas desde entonces, ha sido noticia sin que hubiese querido: fue absuelto en 1999 de cargos federales de distribución de cocaína cuando su abogado argumentó que Guerrero no comprendía lo que hacía, y también de una extraña llamada 911 de O.J. Simpson, quien acusaba a Guerrero de consumo de drogas (el dominicano no fue acusado de nada en ese caso). "Sé que hice muchas cosas malas, pero soy diferente ahora", dijo Guerrero. "La iglesia, la religión, me ayudan mucho. Era entre mi vida y la bebida. Ahora voy al gimnasio. Nunca hice eso cuando jugaba. Nunca levanté pesas ni nada para cuidarme. Simplemente bateaba. Ahora camino todos los días, me abstengo de la comida mala. Como bien. Ves, soy diferente ahora."
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