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viernes, 6 de agosto de 2010

LOS 600 DE ALEX ESTAN MANCHADOS???

rllr en pelota 
Por Ian O'Connor
ESPNNewYork.com
 
La trayectoria de A-Rod
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Rodríguez habría sido el No.13 con más suerte. Habría conectado su jonrón 600 sin mancha para los mundialmente famosos Yankees de Nueva York , y millones habrían seguido aclamándolo a medida que sobrepasaba a Babe Ruth, Hank Aaron y más allá.
En cambio, Rodríguez tomó el camino más difícil para él. Arruinó la experiencia para todo el mundo, pero más notablemente para él mismo, al cambiar sus habilidades físicoas y su ética de trabajo de cuello azul por un paquete de sustancias para mejorar el rendimiento y un primo a ser nombrado más adelante. Escuchen, con o sin esteroides, boli o no boli, se requiere ser un gran atleta para conectar 600 pelotas lanzadas y ponerlas en órbita en menos de 2,300 juegos de temporada regular. Si todos los bateadores de grandes ligas llenaran sus cuerpos con combustible nuclear y llenaran sus bates con superpelotas y corcho, la inmensa mayoría seguirían teniendo problemas para llegar siquiera a la mitad de la suma conseguida por A-Rod.

Así que Rodríguez no se convirtió en el séptimo pelotero en superar la barrera de los 600 cuadrangulares simplemente porque consiguió tener un mejor químico que los demás. A-Rod dependió además de su swing fuera de este mundo y su coordinación mano-ojo para llegar aquí, sin mencionar un compromiso de prepararse bien antes de los juegos y una condición física que humillaría a muchos profesionales. Y esa es la gran verguenza de la tragedia Shakesperiana de A-Rod. Sin las drogas, su talento y su esfuerzo quizás lo habrían llevado a romper de manera genuína los records de cuadrangulares por vida en una temporada y en una carrera completa logrados por Aaron y Roger Maris, sin importar las farmacéuticas que le pasaran por el lado. La persecución histórica de A-Rod habría tomado más tiempo, y quizás habría de quedarse corto en el intento. Pero si hubiese escogido ese camino, imagínense el aura de buen karma que hubiese irradiado de parte de Rodríguez ahora mismo, en un verano matizado por la embarazosa salida de LeBron, y en un momento matizado por las recientes muertes en la organización de los Yankees.

El record de jonrones de por vida era la marca más prestigiosa en los deportes, al menos hasta que cayó a manos de Barry Bonds. Rodríguez pudo haber restaurado el romanticismo y la majestuosidad a la marca, si tan solo hubiese estado tan seguro de si mismo apostando a favor suyo.

A-Rod dijo que recurrió a las drogas para mejorar el rendimiento por tres temporadas en Texas porque quería cumplir con las expectativas por su contrato de $252 millones, un acuerdo diseñado para doblar el anterior estándar en el deporte el contrato de Kevin Garnett por $126 millones con los Minnesota Timberwolves en la NBA. Rodríguez alegó que su absurdo contrato le creó una carga que no pudo manejar por si mismo. Gracioso, pero A-Rod siempre dijo que estaba orgulloso de su contrato de un cuatro de billón de dólares. "Lo único más grande que mi contrato," según me dijo él una vez, " son los Yankees de Nueva York." Cuando confesó que había sucumbido ante el peso de dicho contrato, Rodríguez estaba seguro de confinar su uso de esteroides a sus años en Texas, antes de que entrara en vigor la fase de penalizar el uso de dichas sustancias en el béisbol. Solo aquellos que trataron de seguir la lógica de A-Rod en efecto, el contrato me hizo hacer lo que hice se quedaron con una pregunta que Rodríguez no pudo responder.

¿Porqué dejaste de usar esteroides como un Yankee, cuando la magnitud del escenario en Nueva York y, eventualmente el tamaño de un contrato aún más grande ($305 millones, incluyendo bonos por $30 millones por alcanzar varias marcas de jonrones, incluyendo el record de todos los tiempos) naturalmente habrían creado una presión mayor que la que tuviste en Texas? La verdad es, que las acciones hechas y admitidas por Rodríguez retan la credibilidad de cada swing que hace. ¿Cuántos de sus jonrones fueron producto del uso de alguna poción o píldora? ¿Doscientos? ¿Trescientos? ¿Seiscientos? Cuando un jugador admite que hizo trampa por tres temporadas completas, y solo lo admite luego de haber sido delatado por un medio de prensa (en este caso, la revista Sports Illustrated), todo lo que salga de su boca va a sonar como la vieja frase de Bob Arum: Ayer, estaba mintiendo, Hoy, estoy diciendo la verdad.

Por supuesto, Rodríguez es el que puso a Rodríguez a juicio en un caso que nunca termina. El verano pasado, cuando le pregunté a Derek Jeter porque nunca tomó la ruta del boli, él habló de las lecciones aprendidas de un padre que trabajó como consejero contra el abuso de drogas y alcohol. Jeter mencionó otros dos factores en su decisión de jugar limpio: los potenciales efectos secundarios del uso d esteroides y el golpe letal a su imagen pública. "Eventualmente," dijo Jeter, "Pienso que estás haciendo un pacto con el demonio." El pacto Faustiano hecho por Rodríguez tuvo un precio altísimo. A-Rod fue el único jugador activo en el béisbol en ser mencionado en la lista Forbes de las 10 figuras más detestables en los deportes; Jeter fue nombrado el jugador más mercadeable en el béisbol, de acuerdo con una encuesta hecha por SportsBusiness Daily, y fue el único jugador de béisbol mencionado en la más reciente encuesta interactiva de Harris Interactive entre las estrellas deportivas favoritas en EEUU (Jeter terminó tercero).

A-Rod es libre de seguir añadiendo logros a su résumé y a su estante de trofeos, y de seguir intentando convertirse en el primer jugador en llegar a los 800 jonrones. Pero si la celebracion no es ruidosa, bueno, Rodríguez fue quien se convirtió en su propio aguafiestas. Mal por el toletero. Lo pudo haber logrado todo. 

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