LOS ANGELES
El pasado viernes 21 de mayo de 2010, después de ser entrevistado por Polo Ascencio para los programas internos de televisión de los Dodgers, antes del encuentro donde los visitantes Tigres de Detroit perdieron 4-1 ante los locales en el Dodger Stadium, me dirigía hacia el palco de prensa, cuando el primera base de los Bengaleses, Miguel Cabrera, pasó a mi lado rumbo a los palcos situados detrás del plato. Lo llamé para estrecharle la mano y me dijo que iba a saludar al ex lanzador de Grandes Ligas, José Lima, que se encontraba presente firmando autógrafos para los fanáticos que lo rodeaban en los palcos detrás del plato.
Aproveché la oportunidad para felicitar a Lima por haber sido invitado a integrar el "Alumni Association de los Dodgers" y le dije que aún conservaba el video de su memorable y jocosa presentación antes de uno de los juegos que Ulpiano Cos Villa y yo habíamos transmitido por el SAP de Fox Sports en 1999. "Pues guárdalo bien porque eso fue memorable", me contestó con su tono alegre de siempre. Dos días después, mientras manejaba para un acto en la Cofradía de South Gate, California, me enteré por el radio que Lima había fallecido a los 37 años de edad en la madrugada de ese domingo 23 de mayo, de un aparente infarto en su casa de Pasadena, un suburbio de Los Angeles, según lo había anunciado su esposa Dorca. De inmediato recordé nuestra conversación del viernes en la noche y no pude pensar en otra cosa el resto del camino.
Puedo asegurarles es que si usted no vio la grabación de una entrevista que el comentarista de Fox Sports, Steve Lyons, le hizo a Lima en el sábado 7 de agosto de 1999, antes de partido donde su equipo de entonces los Astros de Houston, derrotaron 10-4 a los Cachorros en Chicago, se perdió el espectáculo más sensacional de ese año. Todo comenzó cuando Lyons se encontraba sentado en la cueva de los Astros escuchando una grabación. En eso llegó Lima y le dijo que lo que estaba oyendo no servía. A continuación puso un casette de merengue y comenzó a bailar, cantar y tirar "Limazos" con el bate, lo que resultó bueno para morirse de risa. Después ridiculizó los pasos que hicieron famoso a Michael Jackson y habló con un supuesto enano que tenía escondido dentro del guante. Lo mejor de todo es que los Astros estaban bailando al compás de su música y de su alegría que era como una copa de vida derramándose por todo el campo de juego, llenando el estadio con fanáticos listos a bailar y ver un buen béisbol con el ritmo embrujador del trópico.
Pero sumado a su gran campaña con los Astros para quienes obtuvo 21 victorias en 1999, su gran momento dentro de un campo de juego se produjo en la postemporada de 2004 tirando los bultos postales para los Dodgers. Después de ser bombardeados en dos ocasiones por los Cardenales en San Luis, los Dodgers regresaron a Los Angeles el sábado 9 de octubre de 2004 y confiaron la improbable tarea de cortarle las alas a los Pájaros Rojos en el Dodger Stadium al hombre cuyas actuaciones eran conocidas con el sobrenombre de "Lima Time". .Ante la sorpresa de todos, el lanzador a quien muchos consideraban un descarte antes de comenzar la temporada, ofreció un recital de lanzamientos y control, blanqueando a los Cardenales, 4-0, con la ayuda de un par de cuadrangulares de Shawn Green, en su deseo de evitar que su equipo fuera barrido y de paso demostrar que aún le quedaba maquinaria para cosechar victorias importantes en el deporte de las bolas y los strikes.
Tras colgarle seis ceros a los de color escarlata dirigidos por Tony La Russa, casi tuvo que rogarle a su manager Jim Tracy que le permitiera continuar en el montículo en las entradas séptima, octava y novena, debido a la tendencia exagerada de los timoneros modernos, de no permitir que sus abridores trabajen más de siete u ocho episodios, para darle entrada a los taponeros que en la mayoría de los casos lo que hacen es echarle leña al fuego, prolongando el tiempo que duran los encuentros. Una prueba de lo anteriormente expuesto, ocurrió al día siguiente cuando el piloto Phil Garner de los Astros, irreverentemente envió a las duchas a su estrella, Roger Clemens, al finalizar el quinto capítulo con ventaja de 5-2 y solamente 87 lanzamientos, ignominiosamente perdiendo el partido por la mala actuación de los relevistas.
Pero regresando a Lima, con su actuación demostró hasta la saciedad, que cuando un monticulísta le está haciendo bailar un merengue o un cha-cha-cha a los bateadores enemigos hasta el octavo acto, es riesgoso y criminal no dejarlo tratar de terminar el desafío. Esa es la razón por la cual parecen fenómenos de feria los que logran anotarse blanqueadas y juegos completos, como lo hizo Grover Cleveland Alexander en 1916, cuando se anotó la friolera de 16 lechadas y 38 juegos completos, hazañas imposibles de igualar en la pelota moderna. En una oportunidad el estelar Don Newcombe me comentó, que para un manejador pudiera quitarle la bola de sus manos, cuando estaba a punto de propinar nueve ceros, tenía que ir acompañado por la policía. José Desiderio Rodríguez Lima, quien en vida fue considerado el más jacarandoso serpentinero de los Dodgers, nació el sábado 30 de septiembre de 1972 en Santiago, República Dominicana y al derrotar 4-0 a los Cardenales, se anotó la primera blanqueada para los Dodgers en una postemporada, desde que Orel Hershiser lo hizo en el segundo encuentro de la Serie Mundial de 1988. Para lograrlo recurrió a su cambio de velocidad a 81 millas por hora, acompañado de pronunciadas curvas y una bola rápida que viajaba a 90 millas por hora.
En afán por continuar lanzando, además de sus 13 temporadas en las Ligas Mayores, actuó en México, Corea del Sur, Japón y en la Liga Independiente de Long Beach. Lima constituyó la imagen de lo que debe ser las Grandes Ligas como ocurría antes, cuando se jugaba con figuras llenas de colorido como Adolfo Luque, Dizzy Dean, Lefty Gómez, Satchel Paige, Mark "El Pájaro" Fidrych, Yogi Berra y otros. Lo más probable es que Lima con su buen humor, ya esté haciendo reír a los angeles en el cielo.
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