La historia está llena de deportistas talentosos, talentosísimos, que se malograron por el camino por no saber coordinar las habilidades musculares con el cerebro. Hanley Ramírez, el estelar campocorto de los Marlins de la Florida, es un superdotado, uno de esos peloteros que salen muy de tarde en tarde, pero cuya actitud lo puede llevar al grupo de los olvidados. Lo que pasó el lunes no es nada nuevo. Hanley pateó accidentalmente la pelota (quizás atrapado por la fiebre de la Copa Mundial que se avecina) y la mandó al fondo del terreno. OK, eso le pasa a cualquiera, es parte del juego. Lo imperdonable fue la apatía con que fue a buscar la pelota, como si no le importara que el corredor se desplazaba libremente por las bases.
Ya el pasado año, su compañero Dan Uggla criticó su falta de entusiasmo, su desgano, su desinterés en el juego y le dijo, sin pelos en la lengua, que mientras Ramírez tenía asegurado un contrato por 70 millones, el resto del equipo estaba luchando por ganar el reconocimiento económico a brazo partido. En muchas ocasiones en lo que va de campaña, a Hanley se le ve inapetente ante roletazos fildeables con un poco de esfuerzo. Sin embargo, su rango de desplazamiento parece el de un veterano a quien los años le pesan demasiado y no al de un mozalbete que aún, a pesar de lo que ya ha logrado, le queda mucho más por avanzar en un camino que muchos auguran terminará en Cooperstown.
Volviendo al lunes, la cosa no paró en la desidia con que fue a buscar la pelota, sino en la actitud irrespetuosa con que asumió la merecida crítica del manager Fredi González. Sin el más mínimo atisbo de humildad, Ramírez dijo, refiriéndose a González, que "él nunca jugó en Grandes Ligas", minimizando su autoridad y capacidad para entender el juego.
Hanley Ramírez vs. Fredi González
Asimismo, reconoció estar molesto por el castigo que Fredi le impuso, al enviarlo a la banca, en lugar de reconocer que el único que hizo mal, muy mal las cosas, fue él. También se negó a ofrecerle una disculpa a sus compañeros, evidentemente embriagado en la creencia de que él está por encima del bien y el mal. Lamentablemente, los tiempos que corren han hecho que los jugadores, multimillonarios, se sientan con poder sobre sus dirigentes menos pagados. Y no todos tienen la madurez para comprender que el salario no lo es todo y que el respeto no se gana a fuerza de billete. Me hubiera gustado ver al malcriado Hanley bajo la batuta de un Leo Durocher o un Billy Martin. Con todos sus millones, no me extrañaría verlo lavando los uniformes de sus compañeros para que aprenda a respetar el trabajo y el esfuerzo ajeno. ¿Dos días en la banca? Bien por Fredi. En un futuro Ramírez lo va a agradecer, si es que logra desarrollar el cerebro como lo ha hecho con los músculos.
ESPNDEPORTES.COM por Jorge Morejón
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