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viernes, 1 de abril de 2011

LIGA AMERICANA CON DIA CASI PERFECTO

rllr en pelota
LOS ANGELES 
Quite el matrimonio McCourt del escenario y todo fue deliciosamente maravilloso alrededor de los Dodgers de Los Angeles en el inicio de la nueva temporada de Grandes Ligas. Clayton Kershaw, un zurdo de 23 años que aparenta estar listo para el estrellato, ponchó nueve bateadores en siete entradas en blanco para dirigir a Los Angeles a un triunfo 2-1 sobre sus grandes rivales Gigantes de San Francisco en el primer partido del año para ambos conjuntos. Con 56 mil fanáticos apoyándolo en las gradas, Kershaw humilló a los bateadores de los odiados Gigantes y superó un cerrado duelo de pitcheo con el estelar Tim Lincecum, un ganador de dos premios Cy Young. De esa manera, San Francisco comenzó con el pie izquierdo la defensa de su título de la pasada Serie Mundial. 

Lincecum no permitió carreras limpias en siete entradas, pero su equipo no bateó y además cometió tres errores que facilitaron el triunfo del rival. Kershaw tuvo la mayor cantidad de ponches para un abridor de los Dodgers en Día de Apertura desde que otro zurdo, Fernando Valenzuela, abanicara 9 de San Diego el 7 de abril de 1986. Precisamente fue el mexicano Valenzuela quien hizo el lanzamiento ceremonial de la primera bola el jueves en Dodger Stadium. Kershaw no fue el único punto luminoso en el esplendoroso diamante de Chávez Ravine en una calurosa y pristina tarde del último día de marzo. El jardinero Matt Kemp, quien tiene el talento para competir por el Jugador Más Valioso cada año, pero que suele desenfocarse fácilmente, se embasó en sus cuatro oportunidades (1 H, 3 BB) y anotó las dos carreras de su equipo. 

Kemp, quien viene de batear .249 en el 2010 --después de ganar el Guante de Oro y el Bate de Plata el año anterior-- se robó una base y extendió a 205 su racha de partidos consecutivos, la mejor actualmente en Grandes Ligas. El cerrador Jonathan Broxton superó un jonrón solitario de Pat Burrell en el noveno inning para agenciarse su primer salvamento y poner momentáneamente a los Dodgers en el primer lugar de la División Oeste de la Liga Nacional. Okey, es una locura hablar del standing después del primer juego de una temporada de 162 encuentros por clubes, pero con los Dodgers hay que aprovechar por si no se presenta nuevamente la situación. 

Por un día, los Dodgers dejaron a un lado el escarnio y la vergüenza que ha llevado a una de las franquicias más populares y emblemáticas del deporte profesional el controversial proceso de divorcio de sus propietarios, Frank y Jamie McCourt. Un complicado caso que parece no tener acabadera y que tiene secuestrada la franquicia al punto de que incide en los negocios, dentro y fuera del terreno. Ambos contendores usan todas las armas, incluyendo golpes bajos, para ganar el pleito, y en el medio, los Dodgers, que ven disminuidos marca y prestigio. Pero el jueves nadie estaba pendiente a la saga de los McCourt. Dodger Stadium, el tercer parque más viejo de Grandes Ligas y el único con 50 años de existencia que puede jactarse de ser "cómodo y adecuado", vistió sus mejores galas, donde predominó el azul, el color de la sabiduría, la tranquilidad y la integridad. 

El olor de los populares "Dodger Dogs" (los "perros calientes" de 10 pulgadas y $5.95 que se venden exclusivamente en Dodger Stadium) invadió los cuatro pisos del famoso edificio con el número 1000 de la Avenida Elysian Park. De soda y cerveza se vendieron cientos de miles de unidades. El gran tenor español, Plácido Domingo, interpretó magistralmente el himno nacional-- con todas sus letras y notas--, el ex-manager Tom LaSorda y el ex-lanzador Jerry Reuss acompañaron a Valenzuela en el lanzamiento ceremonial, Don Mattingly comenzó su carrera de manager venciendo a un odiado campeón y "Don´t Stop Believing" de Journey sonó ruidosamente en las bocinas en la séptima entrada.
Al comienzo fuegos artificiales y al final el saludo de los jugadores vestidos de blanco y azul en el centro del terreno. "Priceless", como los anuncios de la tarjeta de crédito. 

En serio, todo fue perfecto en Dodger Stadium, excepto por el sofocante calor que produce una temperatura de 97 grados F. (36 ºC) en una tarde angelina y la nube negra omnipresente que ha traido el divorcio de los McCourt sobre los adorados muchachos del verano. 

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