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DENVER
El dominicano Ubaldo Jiménez camina por la casa club con una actitud despreocupada. Pero por dentro, siente que hierve. El lanzador de los Rockies de Colorado está disgustado por la caída que ha tenido su desempeño en esta temporada, un bache que ha puesto a prueba su carácter normalmente sereno. A estas alturas del año pasado, Jiménez había cosechado números que habían hecho que muchos lo consideraran uno de los mejores serpentineros de las mayores. Ahora, el lanzador electo para el Juego de Estrellas tiene una foja de 1-7 y una efectividad de 4.63. Todos se preguntan, "¿dónde quedó el Ubaldo del año anterior?"
Siempre optimista, Jiménez considera sin embargo que está cerca de recuperar su antigua forma. Al analizar videos de juegos que disputó el año pasado y prestar atención a cada aspecto de su forma heterodoxa de lanzar, piensa que ha descubierto algunas pequeñas fallas actuales. No sólo eso, sino que la velocidad de su recta ha regresado a medida que las condiciones meteorológicas son más cálidas. El quisqueyano de 27 años alcanzó las 99 millas por hora con un lanzamiento contra los Dodgers de Los Angeles, el domingo. Para él, ésa es una señal alentadora. "Estoy recuperando la fuerza en mi brazo. Estoy tirando strikes con lanzamientos más bajos", dijo Jiménez, quien abrirá el sábado en un duelo de interligas contra los tigres de Detroit. "Una vez que recupere todo, que tire strikes y que tenga mi velocidad de regreso, volveré a ser bueno".
Jiménez insiste en que se siente bien de su brazo, y aunque debió lidiar con una molestia al romperse la cutícula del pulgar a comienzos de la temporada --con lo que ingresó brevemente a la lista de los lesionados--, no le han quedado secuelas de ese problema. Su mayor complicación ha sido tratar de encontrar en forma constante una recta que se mueva y caiga. Parte de ello ha tenido que ver con el hecho de que la mecánica de su brazo ha parecido fuera de sincronía, llevándolo a soltar la pelota desde diferentes ángulos cada vez. Intenta corregir eso en sesiones en el bullpen, observado por el coach de pitcheo Bob Apodaca. Apodaca piensa que Jiménez está a punto de salir de su mala racha.
"Me gusta el rumbo que ha tomado", dijo Apodaca. "Simplemente vamos a hacer que trabaje más duro en lo que está haciendo mal o bien. Queremos que trabaje en los fundamentos". Y eso es lo importante con Jiménez: no importa cuán enojado esté, trata de mantenerse al margen de la ira. En momentos como éste, su actitud positiva resulta útil. Pero una vez que sube al montículo, las risas se acaban y se concentra al máximo en hacer su trabajo. "Es un chico relajado en la casa club, pero no cuando juega", dijo Apodaca. "No hay que confundir el ser amable con no competir. El tiene fuego adentro, aunque su cara no lo refleje".
Después de cada apertura en casa, Jiménez camina unas cuantas calles a su residencia céntrica, con lo que medita sobre su desempeño. Y ha habido mucho que analizar en esta temporada, particularmente tomando en cuenta que su foja en el Coor's Field es de 0-5, con una efectividad de 7.05.
Una vez que llega a la puerta, se olvida de todo. Su regla es sencilla: no hay que llevarse lo ocurrido en el juego a casa, sin importar cuán disgustado esté. "Vas a tener altibajos", dijo Jiménez. "No todos los años son iguales". El astro de Nagua desearía que sí lo fueran. Reescribió el libro de récords de los Rockies la temporada anterior, al imponer nuevas marcas en triunfos (19), efectividad (2.88) y ponches (214). Jiménez fue tan bueno al comienzo del 2010 que no sólo lanzó el primer juego sin hit del club, el 17 de abril en Atlanta, sino que dejó una temporada para el recuerdo. Se convirtió en el primer lanzador de la Nacional en casi un siglo en ganar 13 de sus primeras 14 aperturas, con lo que se ganó el derecho a ser el abridor del Juego de Estrellas.
Pero después de la pausa de media temporada, no fue el mismo, pues tuvo un récord de 4-7 y un promedio de carreras admitidas de 3.80. Sus problemas se han prolongado al 2011, mientras busca recuperar la forma que dejaba a los bateadores incapaces de entender su control y lanzando garrotazos a ciegas frente a cualquiera de los cinco lanzamientos de los que consta su repertorio. "Esta época no ha sido lo más fácil del mundo para él", dijo el manager de los Rockies, Jim Tracy. "Pero es la misma persona. En cinco días saldrá a hacer su trabajo y a tratar de que ganemos un encuentro. Eso es lo que uno respeta más de él".
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