Ken Griffey Jr. será recordado como un pelotero que siempre jugó al béisbol de la manera correcta. El anuncio de su retiro el miércoles, a la edad de 40 años, es el reconocimiento de que ya no puede jugar este deporte al nivel que siempre lo hizo. Pero para aquellos que lo vimos jugar en la cúspide de su carrera, la memoria del "Junior" no tendrá retiro. Es desafortunado que Griffey ya no tenga más en el tanque para su segundo periodo con los Marineros. Su primer periodo en Seattle fue glorioso. Pero absolutamente nada en este punto evitará que Griffey Jr. llegue al Salón de la Fama. El Ken Griffey Jr. de los 1990's fue uno de los peloteros más grandes del béisbol, en esa era y en cualquier otra. ¿Un jugador completo? Completo y más que eso. Tenía la habilidad para cada ocasión. Sus números de poder fueron extraordinarios, pero defensivamente también fue el mejor. Ganó 10 Guantes de Oro consecutivos en el jardín central, cubriendo la década entera de los '90s. Definió la habilidad defensiva en sus mejores años como pelotero.
Fue un jugador estelar, un pelotero dominante durante esa década. El único argumento que se le puede hacer a la grandeza de Griffey durante ese tiempo seria un argumento uno a uno. ¿Qué jugador fue el más grande, Junior o Barry Bonds? Y la forma en que la historia responderá a ese argumento también estará a favor de Griffey, aún cuando los números en el nuevo siglo favorezcan a Bonds. Pero Bonds cambió el tipo de físico para un pelotero. Pareció convertirse, desde un punto de vista farmacéutico, en otro hombre, un hombre obviamente más corpulento y más fuerte, pero un hombre diferente. Griffey, por otro lado, permaneció mortal. Siempre fue el mismo físicamente, aunque en años recientes subió algo de peso, como usualmente le sucede a cualquier ser humano con el paso de los años. Y cuando se aproximaba a sus 30's, y regresaba a Cincinnati, el Kid fue mucho más propenso a las lesiones.
En nueve temporadas con los Rojos, jugó más de 140 partidos en una campaña solamente dos veces, y nunca en más de 145. En el periodo de tres años de 2002-04, Griffey jugó un total de 206 juegos. Lesiones en la corva, tobillo, rodillas, hombros y pies; todas ellas sucedieron en Cincinnati. Fue un hecho desafortunado que la carrera tan brillante de este pelotero haya sido frenada por tantas lesiones. Pero también fue un tributo al hecho de que Griffey siempre jugó derecho. Las sustancias para mejorar el rendimiento físico que apresuraban la recuperación a las lesiones en otros jugadores, sin mencionar la forma en que inflaban su número de cuadrangulares, nunca fueron parte de su carrera como pelotero. En 2009, Griffey, en su regreso a Seattle, fue una presencia que le levantó el ánimo a sus compañeros en el clubhouse. Esta temporada, con grandes expectativas en torno al equipo, se convirtió en un bateador de los Marineros quien ya no podía hacer lo suficiente para despertar al club de su letargo ofensivo. Pero Griffey tampoco no va a ser juzgado por sus últimos años como jugador.
Ken Griffey Jr. fue uno de los jugadores más grandes que ha dado el béisbol. Todos aquellos que lo vimos jugar hubiéramos deseado que se mantuviera a su mejor nivel por mucho más tiempo. El hecho de que la segunda mitad de su carrera estuvo plagada de lesiones demostró simplemente que era humano. El hecho de que su nombre nunca fue asociado por un segundo con sustancias para mejorar el rendimiento físico demostró que siempre fue honesto.
Entonces, mientras Ken Griffey Jr. le dice adiós al béisbol como jugador, creo que lo vemos no sólo con recuerdos de su grandeza y respeto por el juego, sino con una gran gratitud por lo que simboliza.
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