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Johan Román Santana cambió a Ervin en el 2003, para evitar confusiones con el venezolano Johan Santana, que empezaba a hacerse un n
ombre en Grandes Ligas con los Mellizos. El dominicano Ervin Santana, prospecto en Clase-A, quería crear su propia identidad. Ocho años después, se puede decir que se hizo un nombre el miércoles en el Progressive Field, donde tiró el primer juego sin hits individual de los Angelinos en casi tres décadas. Después de su gran salida ante los Indios y la victoria por 3-1, Santana-aun rodeado de botellas de champaña y cubetas llenas de chicle Dubble Bubble-no lucía con la euforia que se esperaría. Sí estaba contento, pero había un aire de reflexión en su mirada. De hecho, en sus pocas palabras en una rueda de prensa luego del partido, mencionó a un familiar recientemente fallecido.
"Quiero dedicar este no-hitter a mi primo, que acaba de morir", dijo Santana, quien luego revelaría que su primo se llamaba Rubén. Se le aguaron los ojos cuando se volvió a tocar el tema. Ese es el lado de Santana que no se necesariamente cuando el dominicano está atacando la zona de strike con rectas y haciendo lucir mal a los bateadores con su slider. "Ervin es bien humilde", dijo el coach de pitcheo de los Angelinos, Mike Butcher. "Es bien emotivo, pero de buena manera. Valora de verdad el béisbol y trabaja muy duro." Ha sido en ocasiones una temporada extraña para el dominicano. Cualquier integrante del equipo de Los Angeles afirmará que el récord de 6-8 no refleja la forma en que Santana ha lanzado. El manager Mike Scioscia tiene dos meses diciendo que el derecho ha tirado mejor de lo que indican los números.
Lo que ocurrió en Cleveland fue la prueba más fehaciente. Los Indios tuvieron dos corredores en circulación, debido a un error del torpedero quisqueyano Erick Aybar y una base por bolas de Santana. La única carrera que anotó la Tribu fue gracias a un passed ball del joven receptor Bobby Wilson. El resultado fue el primer juego sin hit pero con carrera desde que lo hizo Darryl Kile de por los Astros contra los Mets el 8 de septiembre de 1993. Santana atacó un débil ataque de los Indios con lanzamientos que comandó de manera maravillosa, en el mismo estadio donde fue vapuleado hace unos años en su debut de Grandes Ligas. Sí, fue el 17 de mayo del 2005. Santana tenía 22 años y apenas había tirado 19.2 entradas a nivel de Triple-A. Ante los dolores en el codo del venezolano Kelvim Escobar, fue subido el dominicano para que lanzara vs. la Tribu. Los primeros cuatro bateadores hicieron lo siguiente: triple, doble, sencillo y jonrón.
A unos cinco minutos de haber debutado en la Gran Carpa, ya había permitido el ciclo. "Era tan joven", dijo el compañero de Santana en el equipo de Anaheim, el venezolano Máicer Izturis, quien estaba en la banca de los Angelinos aquel día. Era joven y no muy pulido. Pero Scioscia recordó cómo Santana se recuperó de ese debut para el olvido. Su próxima apertura fue una blanqueada ante los Medias Blancas, quienes se coronarían campeones ese año. "Utilizó esa primera salida aquí en Cleveland como punto de partida", dijo el capataz. "Demuestra que saba adaptarse." Las adaptaciones han sido necesarias en una carrera inconsistente. Ganó 28 juegos en sus primeras dos campañas, pero tuvo 7-14 con efectividad de 5.76 en el 2007. Al año siguiente lució como un as en ascenso, ganando 16 partidos en 32 aperturas y terminando sexto en las votaciones para Cy Young de la Liga Americana.
En el 2009 tuvo 8-8 con 5.03 y el año pasado 17-10 con 3.92. En esta temporada lleva 6-8 con 3.47, lo cual te dice lo impredecible que pueden ser las victorias y las derrotas a la hora de evaluar cómo ha tirado un pitcher. "El año pasado ganó 17 juegos, pero está pitchando tan bien o hasta mejor que la temporada pasada", dijo Butcher. "Ha habido un poco más de enfoque de su parte. Ha sabido engañar a los bateadores un poco más. Gran enfoque, un lanzamiento a la vez. Está haciendo tremendo trabajo. Fue divertido de ver."
Aparte de revelar que él y Wilson estuvieron "en la misma página" toda la tarde, Santana dijo relativamente poco acerca de su gran logro. Pero eso no es una gran sorpresa si uno sabe lo humilde y callado que puede ser el derecho. Hasta cuando se le preguntó si esto logro le da la distinción que buscaba cuando cambió de nombre, Santana no estaba tan seguro.
"Quizás sí", dijo. "Quizás no."
Definitivamente, sí.
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