INTERESANTE COLUMNA DEL JE Y EL RACISMO

Por esta fecha cada año vuelve a calentarse el debate en torno al Juego de las Estrellas y llueven las sugerencias para mejorar el espectáculo. Una propuesta que cobra fuerza es la de celebrar el partido no entre las tradicionales selecciones de las ligas Americana y Nacional, sino entre un equipo de estadounidenses contra uno de latinos, tal como se hace en el Juego de Futuras Estrellas. Y es que el crecimiento cuantitativo y cualitativo de los peloteros latinos es indetenible y hace a muchos pedir ese tipo de enfrentamiento.

Los "supremacistas hispanos" sueñan con un infield de Albert Pujols (1B), Robinson Cano (2B), Alex Rodriguez (3B) y Hanley Ramirez (SS) para enfrentarlo a uno nativo formado por Ryan Howard, Chase Utley, Evan Longoria y Derek Jeter. No niego que sería atractivo, pero a mí modo de ver, nada positivo aportaría y sí abriría heridas profundas en uno de los campos de la sociedad de Estados Unidos que mejor ha integrado a nacionales y extranjeros. Recién hemos visto en la Copa Mundial de fútbol como antes de cada partido era necesario hacer un llamado al No Racismo. Y no es que en el béisbol este tema se haya resuelto con la llegada de Jackie Robinson en 1947. Tomó tiempo, pero ya cualquier manifestación segregacionista será un caso aislado y que de inmediato encuentra el rechazo de todos los actores del béisbol. 

Incluso, los latinos y extranjeros en sentido general son más favorecidos que los estadounidenses a la hora de recibir sus primeros contratos. Dominicanos, venezolanos, cubanos o mexicanos pueden firmar como agentes libres por cifras muy superiores a las de los nacionales, que deben ceñirse a la selección del draft amateur. El pelotero mejor pagado de las Mayores es Alex Rodríguez, un hispano, aunque nacido en Estados Unidos. El próximo en fila para recibir un megacontrato quizás sin precedentes es otro latino, Albert Pujols. No vale la pena ese supuesto formato. ¿Para demostrar qué? Por suerte, las Grandes Ligas hace rato entendieron que lo que cuenta no es el origen o raza, sino la calidad en el juego y la ética de trabajo del pelotero. Además, las tradiciones hay que respetarlas. Aunque el espectáculo del Juego de las Estrellas es mejorable, los tiros deben ir en otra dirección. 

Quizás sea hora de acabar con esa ridiculez de que el resultado del clásico de verano decida la sede de inicio de la Serie Mundial. O tal vez sean necesarios mecanismos para estimular y comprometer más a los jugadores con el espectáculo. Puede que haga falta añadirle otras competencias de habilidades al derby de jonrones para hacer más atractiva la jornada previa al juego. Pero separar extranjeros de estadounidenses sólo abriría una grieta que podría tener consecuencias inimaginables en la química de los clubhouses.

La única separación posible es entre la Liga Americana y la Nacional. Lo demás es sembrar de minas los campos de béisbol.

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